En marzo, el gobierno de Aragón anunció el lanzamiento de un canal de Telegram para resolver dudas sobre el coronavirus. El canal incorporaba un chatbot, es decir, un algoritmo de inteligencia artificial (IA) programado para interactuar en una conversación. De esta manera —argumentaba el gobierno local—se liberarían líneas telefónicas de atención a la ciudadanía, colapsadas en aquel entonces por el desconocimiento y miedo generalizado del inicio de la pandemia. Escépticas, por las limitaciones que la IA realmente tiene, nos pusimos a conversar.
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