Los griegos presentaban a hombres y mujeres como pares opuestos, con los hombres representando a la derecha y las mujeres a la izquierda. Los mitos de la creación de la época dictaban que los machos eran concebidos cuando la “semilla” del padre provenía del testículo derecho, y que una niña nacería si la semilla provenía del izquierdo... Durante siglos “los futuros padres llegaron a atarse un testículo en un intento de elegir el sexo de su descendencia”. A medida que el cristianismo se extendía, el trato al lado izquierdo cambiaría.
