Una de las peores cosas que le han ocurrido al movimiento metalero es la aparición de los metalhaters. Como las plantas invasoras que colonizan todo, estos individuos han logrado condenar a algunos grupos o discos al olvido. Los haters odian todo lo que se hace y, por supuesto, todo lo que se vaya a hacer en el futuro. Todo es basura, salvo lo que ellos escucharon primero. Ellos estaban antes que nadie y todo lo que vino después es una montaña de mediocridad o, en su jerga, “una puta mierda”.