Las ilegales no concursan en el Falla por decisión propia. Prefieren la autenticidad de lo que no es institucional y no someterse a más mandato que el de su espontáneo público. Lejos del macrobotellón que se vende a las afueras, lo verdadero del carnaval es esto: pasear y detenerse ante quienes tienen algo que contarte. Ante quienes -con mucha cariño y dedicación- se han preparado su repertorio solo para dirigirse a ti en esos días. Risas, denuncia política y callejera y, la mayoría de las veces, verdades como puños.