Seamos honestos, ¿quién no pasó por una situación así? Nuestra vejiga se siente igual que un globo aerostático gigante, pero no hay ningún lugar que nos permita «evacuar» como la física y la biología lo demandan. La solución temporal, y deberíamos decir instintiva, es aguantar hasta que la oportunidad correcta se manifieste, sin embargo, ¿qué tan mal nos puede hacer esa resistencia? La respuesta varía de acuerdo a cada persona, pero extender la espera por demasiado tiempo carga con algunos riesgos.