A juzgar por lo que ha costado determinar su profundidad, podemos decir que el abismo de Hranice, en la República Checa, es un hueso duro de roer.Desde que fue descubierto en 1999, el espeleólogo polaco Krzysztof Starnawski lo ha visitado muchas veces. En 2014, Starnawski pensó que había tocado fondo con una inmersión que lo llevó a determinar una profundidad de 200 metros. Pero se sorprendió cuando descubrió que este abismo completamente negro tenía un pequeño pasadizo que daba a un túnel vertical gigante.