Dormir poco nos afecta mucho más de lo que podemos pensar. Un estudio, publicado en Nature, ha demostrado con ratones que las células madre hematopoyéticas (las que generan glóbulos rojos y plaquetas) de ratones que han dormido poco no se adaptan tan bien a una nueva médula ósea como las de los ratones descansados. La falta de sueño del donante reduce su capacidad para injertarse y reconstituirse en el cuerpo del recipiente. Los hospitales del momento no tienen en cuenta el sueño de los donantes a la hora de realizar un trasplante de médula.