Hubo un tiempo en el que ir a la tienda de cómics era como ir al bar. Allí te encontrabas con conocidos, te hacías amigo de la persona que te cobraba, y en general te sentías como en casa rodeado de gente que compartía tu misma afición. Socializabas y descubrías cosas a la vieja usanza, con el boca a oreja. Durante aquellos años, en mi tienda de tebeos de confianza, Crisis Cómics, decidieron poner en marcha un proyecto de fidelizacion, Una serie de publicaciones digitales en disquete (si, si, en floppys de 1,44MB) que trataban sobre...