Todas las momias reales encontradas en los siglos XIX y XX han sido abiertas hace tiempo para su estudio. Con una excepción: los egiptólogos nunca se han atrevido a abrir la momia del faraón Amenofis I (también conocido como Amenhotep I o Dyeserkara Amenhotep). No por ninguna maldición mítica, sino porque está perfectamente envuelta, bellamente decorada con guirnaldas de flores, y con la cara y el cuello cubiertos por una exquisita máscara facial de gran realismo incrustada con piedras de colores.