Para demostrar a su marido que el invento verdaderamente servía para algo, el 5 de agosto de 1888 Bertha se levantó temprano en su casa de Mannheim, despertó a dos de sus cuatro hijos, empujaron el coche lejos para que no se despertara al arrancar el motor y enfilaron hacia Pforzheim, su ciudad de nacimiento. Un viaje de 106 km por caminos.