Algo realmente grave debe de estar pasando con esos tomates como para tirarlos, con lo árido que es este lugar y lo que cuesta producirlos. Estarán infectados y por eso los llevan a destruir, para que no se propague el virus o las bacterias, o lo que sea que tengan. Esta era mi cándida reflexión, al poco de haber llegado a vivir a Almería, cuando me cruzaba en la carretera con remolques colmados de tomates que, era evidente, no iban a ninguna cooperativa