Todo comenzó en 1806, cuando François Isaac de Rivaz, un político retirado del ejército francés e inventor, intentó aplicar a un automóvil un motor de combustión interna que funcionaba con hidrógeno. Se trataba de un primitivo propulsor de encendido por ignición que se alimentaba de una mezcla de oxígeno e hidrógeno. Resultó ser un fracaso y abandonó el proyecto un año después. Sin embargo, su idea fue retomada más tarde. En 1863, el ingeniero belga Etienne Lenoir inventó el primer motor de combustión funcional, alimentado por hidrógeno.