Franco y los vencedores en la Guerra Civil pusieron en marcha y consolidaron un Estado de terror, basado en la jurisdicción militar, en juicios y consejos de guerra. No fueron grupos privados o poderes autónomos los que ejercieron la violencia, como ocurrió, por ejemplo, en Francia o Italia con la persecución de los colaboradores nazis en la inmediata posguerra. El nuevo Estado franquista tuvo desde el principio el monopolio de la violencia, con mecanismos extraordinarios de terror sancionados y legitimados por leyes.