"Me quedé sin metas", reconocía Yago Lamela semanas después de haber estado ingresado en el Hospital San Agustín de Avilés por un cuadro depresivo. El atleta asturiano pasó cinco años tratando de superar una lesión crónica en los tendones de su tobillo hasta que en 2009 colgó las zapatillas de clavos. La normalidad se le cayó encima, como a tantos deportistas de élite que no consiguieron adaptarse a la vida que hay después. Después del reconocimiento internacional y la veneración sin límite