El capitalismo desató en el mundo una cosa maravillosa. Domestico a la ciencia, y la metió en el incremento de la tecnología. Y multiplicó el trabajo, la productividad del trabajo por todas partes y cambió en mundo. Pero ¿Cuál es el motor? la ganancia. Lo que empuja es la ganancia.

“Renovar o morir. Yo no soy de este siglo, ni del siglo pasado. Renovar o morir”, dice repetidamente Yezid Arteta sentado en el tren que le lleva a Segur de Calafell, donde vive desde hace nueve años. Yezid Arteta es Amarantho, es coraje. Es la mirada de un ex guerrillero de las FARC, que con coraje ha cambiado su camino y se ha comprometido con la lucha por igualdad y justicia. Primero fue Barranquilla, la puerta de oro de Colombia, una ciudad costera del Atlántico. Allí nació y se educó. Después fue la selva, junto con armas y escondites..

Para avisarle a un grupo de rehenes de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) que se prepararan para el rescate, el ejercito colombiano compuso una canción con un mensaje escondido en código Morse

Bateman dijo que en Colombia la única forma de que a la gente le paren bolas era echando tiros. En su lenguaje caribeño, el creador y máximo líder del M-19, definió el diálogo por la paz como el sancocho nacional. No pudo verlo, pero sus ideales siguen vigentes. Por años fue el hombre más buscado del país y nunca pudieron capturarlo. Su historia constituye un legado con una carga adicional de misticismo y de valor. Hoy, 30 años después de ese fatídico viaje que impuso su ausencia, sigue siendo un personaje devorado por la leyenda.