Desde muy pequeño siempre que me preguntaban qué quería ser de mayor respondía que escritor, señal inequívoca de que fui un niño raro y gilipollas. Dejé de decirlo cuando crecí y me hice de los malos, porque sabía que era revelar un punto débil, y dejé de soñarlo cuando me hice funcionario, que parece un chollo pero extermina toda ilusión. Cuando era un niño raro y gilipollas y decía en casa que de mayor quería ser escritor a mi tío se la atragantaba el coñac y lo expulsaba por la nariz.
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