Linux tiene otra vulnerabilidad de alta gravedad que facilita a los usuarios no confiables la ejecución de código capaz de llevar a cabo una serie de acciones maliciosas, como la instalación de puertas traseras, la creación de cuentas de usuario no autorizadas y la modificación de scripts o binarios utilizados por servicios o aplicaciones privilegiados. Dirty Pipe, como ha sido bautizada la vulnerabilidad, se encuentra entre las amenazas más graves de Linux que se han revelado desde 2016.
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