Mapas y cortes no eran una combinación muy del agrado de Fernando Gallego Herrera. Hacia los años 1920, cansado de la fractura que separaba Europa y África, decidió tirar de sus conocimientos de ingeniero de caminos, tomar lápiz, papel y regla y proponer una peculiar "sutura" entre ambos territorios: un túnel submarino en el Estrecho de Gibraltar, entre la península y el norte africano. Es de los planteamientos más geniales para alcanzar un objetivo que aún se mantiene vivo en pleno siglo XXI.
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