Las situaciones con implicaciones morales son más comunes de lo que cabría pensar. Y con frecuencia alcanzan calados dignos de los diálogos socráticos o las disquisiciones de Kant. A principios de 2017 varios programadores compartían con Xataka algunos de los bretes éticos con los que habían lidiado en sus empresas: el desarrollo de software para la mejora de armas que luego se usan con fines ofensivos, programas para empresas petroleras con un impacto directo en la degradación del medioambiente…
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