¿Recordáis cuando Sony promocionaba la PS3 con el famoso chip Cell? Un microprocesador que, según ellos, hacía gala de una potencia sin igual en el ámbito de las consolas. Se trataba de una tecnología cara, pero incluso así, la forma más barata de acceder a ella era con una PS3. Es por eso que Marc Stevens y su equipo trabajaron con un cluster de nada menos que 215 consolas PS3 en la EPFL, la Escuela Politécnica Federal de Lausana. ¿El motivo? Eran más baratas que usar ordenadores similares y no rendían nada mal.
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