Además de contener en su interior el fármaco, las cápsulas pueden liberarlo de manera controlada y penetran muy bien en las células. Tras el proceso de encapsulación, los investigadores realizaron experimentos in vitro en presencia de la bacteria Escherichia coli, y han demostrado que el antibiótico encapsulado es capaz de inhibir la proliferación de la bacteria del mismo modo que lo hace el antibiótico en su forma libre.
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