Estoy en una piscina del metaverso y no puedo salir. No hay escalerilla. Tampoco sé nadar. Bajo la mirada y veo el fondo, sigo a flote aunque no tengo piernas ni toco el suelo. Es una sensación incómoda, pero no angustiosa porque en realidad no está pasando nada. O sí. El propietario de este gimnasio en el metaverso nos ha enseñado cómo coger unas tablas y moverlas para nadar. Él se tiró a la piscina y nadó muy rápido. Yo cogí el último par de tablas, me tiré y se me escaparon de las manos. Quise avanzar y no pude. La gente me miraba, yo les m
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