El artículo académico explica en detalle cómo han hecho el estudio, pero la idea de base me encanta, por ser un ejemplo de cómo aprovechar un avance para aplicarlo a algo que parece una locura. Además, desde el punto de vista policial podría abrir nuevas vías de interrogar a los sospechosos en el futuro, y se abren también retos de ciberseguridad y privacidad. ¿Seremos capaces de proteger nuestros pensamientos de análisis futuros?¿Podrá remotamente capturarse nuestra actividad cerebral como en los ataques Tempest y saberse qué estamos pensado?
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