Hasta ahora el récord de velocidad en coches de serie homologados lo tenía el fantástico Bugatti Veyron, que fue una auténtica revolución de los superdeportivos, tanto por su brutal motor como por su coste: un millón de euros cada unidad. En el año 2005 el Koenigsegg CCR de 806 CV alcanzaba los 388 km/h y obtenía el récord Guinness de velocidad. Aunque poco le duró la alegría a los suecos, pues un año más tarde el Veyron recuperaba su hegemonía con un nuevo modelo mejorado
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