En 1957, la Unión Soviética envió al espacio una bola de 58,5 centímetros que emitía pulsos de radio: el Sputnik. Una parte del cohete que lo llevó hasta allí se convirtió en la primera pieza de basura espacial de la historia. Desde entonces hemos acumulado más de 20.000 fragmentos de chatarra en la órbita terrestre.
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