Un rey había construido una gran casa con un precioso jardín y buscaba un jardinero que se pudiera ocupar de cuidarlo.
Como el trabajo iba a ser para varios años, quería contratar a un buen profesional, pero, sobre todo, quería que fuera una persona de confianza, por eso pensó en someter a una prueba a todos los que se presentaran al puesto.
Anunció que daría una semilla diferente a cada uno y que los citaría de nuevo pasados seis meses. Quien trajera la planta mejor cuidada sería la persona elegida.
Pasaron los seis meses y todos los candidatos desfilaban por el jardín con sus exuberantes y preciosas plantas. Todos excepto uno que había traído una maceta vacía, solo con la tierra, sin nada que brotara en su interior.
Al verlo, todos los demás se rieron de él, pues ni siquiera había conseguido que su semilla germinase.
El rey comenzó a observar y admirar cada una de las plantas que le enseñaban, a cada cual mejor: grandes, con mucho colorido, con preciosas hojas... hasta que llegó al jardinero que tenía la maceta vacía.
-¿Qué ha ocurrido aquí? -preguntó el rey.
-Verá, su majestad... -contestó avergonzado el jardinero-. Lo he intentado todo, le puse la mejor tierra y agua, la coloqué en diferentes lugares para que tuviera sol y también sombra... incluso le he cantado canciones, pero nada, no he sido capaz de hacer germinar la semilla.
-¿Y aun así has venido con la maceta vacía?
-Sí, aun a pesar de que sabía que todos los demás se iban a reír de mí, de que iba a pasar esta vergüenza, he venido, pues quería al menos explicarle que he hecho todo lo que estaba en mi mano.
-Está bien... -le dijo el rey mientras ya se iba a revisar el resto de plantas.
Cuando ya las había visto todas se subió a un pequeño escenario y desde allí se dirigió a todos los candidatos.
-Bueno, creo que ya tengo un ganador, ya sé quién cuidará de mi jardín a partir de ahora -y, señalando al candidato que había traído la maceta vacía, anunció-. Serás tú, el que no ha conseguido que su semilla germine.
En ese momento comenzó un pequeño revuelo entre todos los asistentes, muchos protestaban y se mostraban indignados ante una decisión que no entendían.
-Veréis, es cierto que necesito un buen jardinero, pero lo que más necesito es un trabajador honrado.
Me he quedado muy decepcionado al saber que ha sido el único que ha traído la maceta vacía, todos los demás me habéis engañado, pues las semillas que os entregué eran estériles.
Cuento popular chino.