“Comprendí que las lágrimas no podrían hacer que alguien que había muerto volviera a vivir. También aprendí otra cosa sobre las lágrimas, con ellas no puedes hacer que alguien que ya no te quiere vuelva a quererte.
Lo mismo ocurre con las oraciones.
Me pregunto, qué porcentaje de su vida desperdicia la gente llorando y rezando a Dios para que cosas que han pasado no hubiesen pasado.”
Matthew Ryan Hoge, “El mundo de Leland” (2003)