Se nos fueron este verano Mikis Theodorakis y Ed Asner, dos hombres reales que accedieron a nuestras vidas con sus ropajes de ficción. Theodorakis nos llegó con la música con que adornaba al excesivo Alexis Zorba/Anthony Quinn en la versión cinematográfica de la novela de Nicos Kazantzakis. Luego supimos que Theodorakis era mucho más que Quinn bailando el sirtaki, que su vida ha sido un catálogo de compromisos con todas las causas justas y su nombre se ha convertido casi en sinónimo de artista engagé, de ciudadano responsable.
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