Suele haber dos ideas equivocadas sobre Dario Argento —director de producciones como Tenebræy Suspiria— y su obra, incluso entre sus más leales seguidores. La primera de ellas es el concepto que algunos tienen de él como un cineasta posmoderno e irónico, mientras que otros lo califican de director de películas de terror. El problema radica en que ambas perspectivas contribuyen a crear una imagen tan podrida como los gusanos que pululan por los cadáveres que aparecen en sus películas
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