Castle nunca consiguió llegar, ni de lejos, a la maestría de Hitchcock, un mago del tiempo y el espacio. Los trucos de Castle eran más evidentes, más rudimentarios. Y estaban, sobre todo, fuera de la pantalla. Lo suyo eran las performances en las salas de cine. Ahí si triunfó y se hizo un nombre a finales de los 50 y principios de los 60: William Castle, el rey del Gimmick. Se conocen como “gimmicks” los trucos promocionales para llamar la atención y llevar más público a las salas. Una especie de clickbait analógico, un cebo (...)
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