En 1968, en plena batalla contracultural estadounidense, un grupo de mujeres se armó para abolir los estamentos de una sociedad patriarcal. Sus armas no fueron el fusil ni la pistola, fueron la magia y el hechizo, el teatro de guerrilla y los conjuros. No volaban, pero se convirtieron en las nuevas herejes de la estructura social de género a través de la iconografía y literatura de las brujas, y en pocos meses habían multiplicado su miembros en diferentes ciudades. W.I.T.C.H., Conspiración Internacional de las Mujeres del Infierno...
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