Lo mío con Irán fue amor a primera vista… Pero no fue cualquier amor, fue amor del bueno y del puro. Y es que Irán es un lugar que recibe al visitante, lo abraza, lo consiente, lo deslumbra, lo maravilla, le quita la respiración, luego lo enamora y finalmente lo deja ir con millones de imágenes y experiencias imborrables en la cabeza y un profundo deseo de volver a visitarlo antes de morir.
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