La tumba de Wilde, en París, es de esas que es imposible que pase desapercibida. Diseñada y realizada por el escultor Jacob Epstein e inaugurada en 1914, presenta una figura alada que se asemeja a la Esfinge en un vuelo hacia adelante con alas desplegadas. No solo es una de las tumbas más visitadas del cementerio ‒junto con la de Jim Morrison‒, sino que, como suele ocurrir con personajes especialmente célebres, se ha generado alrededor al sitio una tradición que tiene como objetivo rendir homenaje al fallecido dramaturgo irlandés.
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