Con la caída de la temperatura durante el invierno, todo se enfría: las manos, la nariz, las orejas y hasta la vagina, lo que daría pie al fenómeno de la “vagina de invierno”. Al encontrarse con temperaturas frías en el medio ambiente, la vagina se reseca, lo que podría causar no sólo dolor y molestias, sino un efecto adverso en las relaciones sexuales debido a la poca lubricación genital: tener sexo con la vagina reseca puede ser realmente lamentable.
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