La singular persistencia del anarquismo en España ha sido atribuida al mesianismo del movimiento obrero local y al arcaísmo de su ideología. Pero si existe un hilo conductor que conecta Jerez, Montjuïc, la Mano Negra y Casas Viejas, incluso mayo del 37 con la sala Scala, es sin duda una acción policial y judicial abusiva e indiscriminada. El pernicioso cóctel de la represión y la incapacidad jalona la tormentosa relación del ideario libertario con el Estado. La historia, sin embargo, bien pudo ser otra.
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