Durante la visita de Stewart Culin a Japón en otoño de 1909, Seifu Shimizu -director de una importante empresa comercial de Tokio, artista, calígrafo y principal coleccionista de omocha (juguetes) de la era Meiji- estaba publicando los diez volúmenes de Unai no tomo, compuestos por encantadoras xilografías de objetos de juego tradicionales. Al hojear estos catálogos, nos encontramos con ballenas con ruedas y ratones magnéticos, un luchador de sumo de arcilla luchando contra una carpa naranja, y máquinas de ruido.
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