El escritor, entonces con 82 años, se encontraba abatido tras la muerte de su hermano Ricardo. No tenía estima al dinero. Durante toda su vida trabajó duro para poder sobrevivir y, en ocasiones, sobre todo en los años de su juventud, viajó malviviendo por media Europa en busca de colaboraciones, piezas que colocar en periódicos y libros que publicar. Pío le entregó el dinero a Julio Caro para que este administrase su casa. No le importaba cómo lo hiciese. Al año siguiente, en 1955, veraneando en su casa de Vera de Bidasoa, [...]
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