La comunicación defensiva se produce cuando un mensaje es percibido como amenazante y activa la necesidad de protegerse. Cuando una persona se siente atacada, piensa que la única respuesta posible es el ataque. El problema es que su comportamiento defensivo suele generar una cadena de reactividad. Su interlocutor también se sentirá atacado y reaccionará poniéndose a la defensiva. Así se desencadena una espiral negativa de emociones intensas que puede desembocar en un estallido de rabia o frustración.
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