En una época en la que estaba mucho más de moda sumergirse en los mundos virtuales generados por ordenador, Robinson se mantuvo fiel al plano de lo concreto y lo material que, al fin y al cabo, había constituido el origen y el corpus principal de la CF. En lugar de explorar mundos intangibles imaginó cómo vivirían y se relacionarían los humanos si algún día colonizaran Marte. Un Marte que no respondía al cliché de mundo duro sino el auténtico planeta que nos había dado a conocer la ciencia planetaria.
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