Confesó haber hecho un camino para la juventud del flamenco. Y no se equivocó. Las butacas del Colegio Mayor San Juan Evangelista aquel 25 de enero de 1992 iban a ser las últimas en escuchar el quejío en directo de Camarón de la Isla, (San Fernando, 1950 – Badalona, 1992), y las primeras que lloraron su muerte seis meses después. ¡Dios se lo ha llevado pá que le cante!. Ya era una leyenda.
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