Yo estoy sentado en el escritorio leyendo los versos de Cristina que me hace saber que no conoce el arte de la navegación quien no ha bogado en el vientre de una mujer, remado en ella, naufragado y sobrevivido en una de sus playas. Como sé que mi destino es igual al vagar de un camello ciego como cuentan los árabes, seguiré andando, vagando y leyendo tus versos hasta averiguar cuál es ese destino que seguro que olerá a salitre de concha marina.
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