Quizás seas de los que, cuando está a reventar tras una comilona, abre el segundo estómago de postres en cuanto este se acerca. Aunque tu contorno se parezca cada día más al de una vaca en espera de terneros, sabes que naciste con un solo estómago, ¿verdad? Su capacidad debería ser limitada puesto que no te tragaste el bolsillo de Doraemon, aunque el postre siempre encuentre su sitio. Si eres este tipo de gourmet, mi rechoncho lector, no te preocupes más y deja de culpar a tu estómago, porque es inocente.
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