Es curioso cómo el mundo real crea narrativas perfectas que en una película veríamos como falsas e inusuales. Tomemos el caso de la primera mascota olímpica de la historia no oficial, Smoky, un cachorro perruno que se hizo popular por la Villa Olímpica en Los Angeles 1932 y que falleció dos años después, cuando una moto le atropelló. Seis décadas después, con la costumbre de nombrar mascotas ya instaurada como algo habitual en los Juegos Olímpicos, en Barcelona se escogió a Cobi
|
etiquetas: coby , juegos olímpicos , mascotas , barcelona 92