Las pegadas de carteles electorales en Roma. Grupos de seguidores recorrían las calles para buscar los mejores «escaparates» donde estampar pintadas vendiendo las excelencias de su candidato o sacando los trapos sucios de sus adversarios. Si se tenía el beneplácito del propietario de las fachadas o paredes donde se iban a estampar las pintadas, se actuaba a plena luz del día e intervenían 2 voluntarios o personas contratadas: el dealbator (blanqueador), que era el encargado de pintar la pared de blanco y el scriptor.
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