Dejarlo todo atado y bien atado. Este es el principal motivo por el que las personas hacen testamento. Basta papel y bolígrafo o acudir a un notario para evitar más de un problema legal a la familia. O no. Las últimas voluntades del fallecido pueden esconder alguna que otra sorpresa para los parientes, como cuando el difunto impone a sus sucesores condiciones y cargas. La justicia ha dado cuenta en numerosos pleitos de las consecuencias de incumplir los deseos de los muertos.
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