Una mañana de un domingo otoñal de 2017, el anticuario David Barrós madrugó mucho para llegar de los primeros al Rastro de Madrid. Barrós, un barcelonés de 42 años con barba frondosa, gorra irlandesa y gafas de pasta, se quedó petrificado en su primer paseo. Una familia de chamarileros había descargado de su furgoneta cientos de libros de finales del siglo XIX y comienzos del XX, que se apilaban sobre la acera con el lomo hacia arriba
|
etiquetas: tesoro , nobel , ramón y cajal , venta , el rastro