La sombra ocre del otoño en la vieja Europa reclama un año más el reencuentro con sus muertos, la cita ancestral de la noche pagana abrazada al recuerdo de los héroes cristianos. Son días de imaginación, espiritualidad, dudas y el silencio, me temo, como última respuesta pero afortunadamente nos queda la literatura. Y en la literatura el miedo, como tantas otras cosas, ha cambiado mucho. Somos lo que somos porque fuimos lo que fuimos y para un jovencito de 13 años de 2016, el Perro de los Baskerville aullando en el páramo no encarna la maldad
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