Los niños trabajaban para pagar su manutención lo mismo que los adultos y las condiciones de vida en esas instituciones eran tan horribles que muchos preferían morir libres en las calles que ingresar en una de ellas. [..] En 1834 se dictó una «Nueva Ley de Pobres». En ella se establecía que el que no ingresara en una «Workhouse» no tenía derecho a la asistencia pública. [..] Religiosidad, terribles castigos corporales, humillaciones y hambre, conseguían el propósito que las workhouses perseguían: no ingresaba nadie que no estuviera desesperado.
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