La llegada de Fraga Iribarne supone un auténtico terremoto para la prensa en general y para los tebeos en particular. Se establece una nueva “corrección” entre los habitantes de las viñetas que ya no pueden hacer mofa de la autoridad ni vivir de la mendicidad ni propiciar situaciones truculentas ni exhibir comportamientos desaforados… Y los tebeos de aventuras también deben bajar el listón. La prohibición de representar muertes y enfrentamientos violentos les hace perder dramatismo convirtiéndose en parodias de sí mismos.
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