Después de cuatro años de recortes sociales y represión policial, la sociedad española hierve de rabia e indignación. La ira es legítima, pero la violencia no constituye una solución en la Europa del siglo XXI. La violencia siempre representa un fracaso de la moral y la convivencia. No es épica ni hermosa, sino trágica, sucia y degradante. En América Latina, se han producido cambios importantes por vías exclusivamente pacíficas y democráticas. La revolución bolivariana se ha materializado en las urnas y se ha convertido en un ejemplo de transfo
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